domingo, 8 de febrero de 2009

¡VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS!


¡VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS!


Son tus párpados campanas
Que tañen tu pena honda
Con tus pestañas gitanas
Que a tu angustia dan sombra.

Y derramas de tus ojos
Manantiales de amargura
Y se retuercen tus manos
Con la soledad más pura.

Cuando miras desolada
El tormento de Jesús
Que sobre tus brazos se encuentra
Sin saber donde estás Tú.

Por eso no quiero ver
Como tapas con tus manos
El torrente de agua clara
Que salta desde tus ojos
Que son dos lunas accitanas.

¡ Qué pena tiene Guadix!
Que a los dos os va mirando
Y en vez de enlutar sus calles
Abre un camino entre el incienso
Lirios y nardos.
Y os acompaña a los dos
En vuestro adorable paseo
Por las preciosas calles accitanas
¡Reina accitana, preciosa y divina!

Poesía realizada por:
Alicia Expósito García. 1º de E.S.O.

Paz Accitana.
Al entrar a ti,
mi corazón palpita mas rápido.
Al entrar en tu catedral,
tus voces blancas...
al entraren mi ...
despiertan mi congoja.

Mi animo se aviva,
cuando recuerdo.
Mi vida sin ti...
No encuentra sentido.

Cuando mi ausencia este presente
mi niñez perdurará en mis recuerdos,
esas tardes paseando,
escuchado cantar niños,
serán mi nuevo presente.

No se mi futuro,
tampoco quiero saberlo,
quizá tenga miedo,
quizá no quiera separarme nunca de t


María Cinthya González Molero
2º E. S. O.

HISTORIA DE UNA RAMA EN SAN ANTÓN.

HISTORIA DE UNA RAMA EN SAN ANTÓN.

En una explanada de un pequeño pueblo, vivía una pequeña rama que formaba parte de un gran árbol. La rama vivía feliz y tranquila, pero un día llego a sus oídos un rumor, decía algo de que pronto llegaría San Antón, esa fiesta en la que se hacen hogueras y se queman por la noche. Todas las ramas se pusieron nerviosas y asustadas al escuchar aquella noticia. De entre todas las ramas de aquel gran árbol intervino la más vieja y seca de todas y dijo: “no tenéis porque asustaros, tarde o temprano a todas nos llegará el día en que seamos quemadas o nos sequemos y muramos”. Hubo un silencio absoluto.
Una semana antes, todas habían asumido que tenían que ser cortadas antes o después, pero una rama pequeña y verde estaba más nerviosa y acobardada que al principio. La rama vieja tuvo una charla con ella y le dijo: “Mira, tu aún eres verde y pequeña y no te van a cortar, pero ve asumiéndolo.
La noche de San Antón, muchas de sus compañeras estaban apiladas para ser quemadas.
Cuando todas las lumbres prendieron y salió humo, en el cielo se dibujaban las caras de todas sus compañeras y se podía ver como esbozaban una sonrisa dedicada a la pequeña rama verde, para que se animara.
Fin.
Pablo Robles Molina.